Modulo 3 – Fundamentos del protocolo de sanación de cienciaConciencia
1. Protección del sanador (neutralidad operativa)
Enseñamos a sanar sin usar tu energía personal. Aprendes a canalizar y dirigir desde fuentes naturales (energía vital del entorno) y desde la dimensión espiritual (energía de tu alma). Así no te drenas ni contaminas tu campo energético. Muchos practicantes principiantes “dan su propia energía” sin darse cuenta; eso les debilita y puede llevar a contagiarse de síntomas del paciente. Es muy importante adoptar una actitud emocionalmente neutra respecto al paciente y aplicar técnicas de auto-higiene y protección.
2. Sin contacto físico (qué es y por qué funciona)
En presencial, las manos trabajan como mínimo a 30–50 cm del cuerpo. Esta distancia evita interferencias táctiles, reduce la transferencia de energía densa y te obliga a afinar la sensibilidad para percibir la densidad, temperatura y flujo del campo energético. Con práctica, también identificarás el tono emocional que acompaña a cada zona. No es necesario tocar al paciente para intervenir con precisión: la percepción de la energía es mucho más nítida.
3. Secuencia estructurada paso a paso
El orden da resultados. Esta secuencia vale para autosanación, presencial o a distancia:
Explorar general del campo energético (análisis completo).
Identificar los chakras/centros implicados y priorizar.
Intervenir solo donde hay desequilibrio (no toques lo equilibrado).
Limpiar la energía densa/estancada/enferma.
Energizar las zonas ya limpias con la cualidad y cantidad energética adecuada.
Estabilizar la energía proyectada para que no se diluya.
Repetir el ciclo en cada área afectada por orden de prioridad.
Verificar cambios en el campo energético y contrastar con las sensaciones físicas o psicoemocionales del paciente.
Cortar el vínculo energético para evitar intercambio energético inconsciente y contaminación posterior al tratamiento.
Si se aplica correctamente, el reequilibrio energético y la mejora de las dolencias suelen ser altos y, sobre todo, consistentes.
4. Medición y verificación continua
Antes, durante y después del tratamiento, compruebas cambios reales: ¿la zonas densas y congestionadas desaparecieron?, ¿El campo energético se expande y vuelve más suave y agradable?, ¿las sensaciones en la mano con la que exploras la energia cambian?, ¿la persona reporta alivio de los síntomas que estamos tratando? Si algo no se confirma, ajustas, vuelves a aplicar el protocolo y a verificar qué sucede.
5. Seguridad ante todo
Se dosifica la energización, se evitan sobreenergizaciones innecesarias y las zonas sensibles se abordan con suavidad o de forma indirecta. Siempre primero se limpia y luego se energiza: verter agua limpia en una taza sucia solo enturbia; primero se vacía y se limpia la taza, después se llena con agua limpia. Esta es la forma correcta de proceder en un tratamiento. Este criterio reduce incomodidades y evita que los síntomas se agraven.
6. Registro sencillo para llevar un seguimiento y aprender más rápido
Anotamos el antes/después de las áreas clave. Eso permite hacer seguimiento del caso, entender qué cambió, como se relacionan los cambios energéticos con el feedback que reporta el paciente, y nos permite tener claridad sobre donde enfocar el tiempo en las zonas prioritarias, omitiendo lo que ya está equilibrado. Este seguimiento permite que el sanador cada vez sea más consciente del efecto que es capaz de producir en los pacientes y gana confianza y precisión sesión tras sesión.
7. Enfoque práctico-científico
Protocolos claros, pasos repetibles y observación de efectos. Sin supersticiones ni promesas fuera de lugar: se explica qué hacemos, por qué y cómo se comprueba. Este trabajo es complementario a la medicina convencional: cada enfoque actúa en un plano distinto (lo físico-sintomático y lo energético-psicoemocional) y juntos suman. Hay dolencias que es mucho más efectivo tratar simplemente desde lo energético y hay otras que es mejor complementar.

